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miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Posta de Hornillos


 Posta de Hornillos - Quebrada de Humahuaca - Jujuy

Dos kilómetros antes de llegar al pueblito de Maimará, en plena Quebrada de Humahuaca donde el viajero comienza a ver la espectacular formación geológica llamada "la paleta del pintor", se encuentra la Posta de Hornillos constituida por un gran caserón colonial con sus dependencias, que hoy funciona como museo histórico donde se exhiben armas antiguas y muebles de los siglos XVIII y XIX. Las postas o lugar de relevo de la caballada en las rutas o caminos de tránsito son una institución antigua conocida por la mayoría de las civilizaciones de la antiguedad clásica y sus anteriores de Oriente Medio. En España funcionaron desde 1505 y de ahí pasaron a América. Pero antes de la llegada del invasor español, durante el Incanato, que alcanzó el territorio Argentino hacia 1435, existieron los Tampus, Tambos o Tamberías, que cumplian un rol similar a las postas a lo largo de la extensa red de caminos (Qapac Ñam) que construyeron los Incas. En ellos la tropa obtenía provisiones y los mensajeros imperiales o "Chasquis" conseguían recorrer grandes distancias (a pie) aprovisionandose y descansando en estos sitios. En tiempos de guerra, las postas fueron utilizadas como puestos y destacamentos militares, dada su posición estratégica.

En lo que hoy es nuestro país, las postas se ubicaban a lo largo del camino principal que unía el puerto de Lima en el Perú  con el puerto de Buenos Aires. Dicho camino se conocía como el "Camino Real al Norte". Se llamaba Camino Real a la ruta o camino principal que unía una ciudad con otra. Su traza estaba determinada por la necesidad, la seguridad (ataques de los "indios" y ladrones) y la disponibilidad de recursos para el tráfico (caballos o mulas, alimento, cama y agua). Fue el principal eje de integración regional pues además de los arrieros (los usuarios más frecuentes) recorrían este camino los funcionarios de la corona española, comerciantes y particulares entre otros. La implementación de este camino  en la época colonial fue una de las causas que propiciaron el traslado de Ibatín, el antiguo Tucumán (San Miguel de Tucumán) a su actual emplazamiento, en 1685.

 Cocina de la Posta

La Posta de Hornillos se creó en 1772 por disposición del Visitador Don Alonso Carrió de la Vandera. Su primer Maestro de Posta fue José Gregorio Alvarez y Prado, con título del 26 de setiembre de 1789. Lo sucedió su hijo Pascual en junio de 1805 y luego su hermano Luciano en abril de 1806. A partir de 1810 la Posta de Hornillos de convierte además en destacamento militar como cuartel general de vanguardia del ejercito independentista a raíz del inicio de las guerras revolucionarias. El mando estuvo a cargo del Coronel Manuel Alvarez y Prado. En una de sus habitaciones se alojó el General Manuel Belgrano luego de las batallas de Tucumán y Salta, en 1813. También descansaron en sus habitaciones Martín Miguel de Güemes, Juan José Castelli, Antonio Balcarce y José Rondeau, entre otros personajes ilustres. En la campaña al norte el General Belgrano también pasó por el Fuerte de la Guardia de la Esquina (Santa Fe) y la Posta de Yatasto (Salta) entre otras.

 Morteros

La Posta posee 19 habitaciones y dependencias menores dispuestas en torno a tres amplios patios sucesivos. Las paredes fueron construídas con adobe revocado y encalado. El techo es de torta de barro con tirantes de madera de cardón, es decir utilizando técnicas y materiales propios de la región. Actualmente la posta fue restaurada manteniendo su disposición original y utilizando las técnicas de construcción tradicionales. Las obras fueron realizadas por la Fundación Bunge y Born. El 3 de diciembre de 1979, al concluir los trabajos, fue habilitada como museo histórico.

En las doce salas habilitadas se exhiben distintos objetos históricos y tradicionales.

 Detalle del piso empedrado y los calabozos, a la derecha el muro donde se apostaban los tiradores.

 Tizona o espada de dos filos española utilizada por los conquistadores, siglo XVII; debajo Nazarenas, espuelas de hierro también utilizadas por los españoles, siglo XVI.

 La Posta de los Hornillos se asienta sobre un territorio habitado desde hace mucho tiempo por los pueblos originarios, en efecto a escasos cuatrocientos metros sobre la ladera que se extiende hacia el oeste, se encuentra el Pucará de Hornillos que es un antigal similar al Pucará de Tilcara (algo más pequeño y sin restaurar), que estuvo habitado desde tiempos precolombinos e incluso preincaicos. En la imagen distintos tipos de hachas de piedra.

Sables utilizados por los soldados criollos en las guerras de la independencia, siglo XIX. El de abajo, fabricado en Argentina.

Momia indígena, posiblemente un viajero dados los elementos encontrados. 
Foto de Puli (Gracias!)

Churqui (Prosopis ferox) de 250 años en uno de los patios interiores de la Posta.

 Capilla de la Posta de Hornillos, similar a otras Iglesias de la Quebrada.

 Manantial

Dentro del predio de la Posta de Hornillos existe un manantial natural donde es posible ver como surge el agua cristalina, purísima y potable que aun es aprovechada por la estación de agricultura experimental que se encuentra junto a la Posta. La presencia de dicho manantial, fuente de agua potable permanente, es tal vez el principal motivo por el que se asentaron los pueblos que construyeron el Pucará de Hornillos y luego los españoles y criollos.

 Molino de piedra para granos.

 Vieja muela del molino descartada por una rotura.

 La Posta de Hornillos vista desde el patio exterior

 Enorme "Yapan" (Acacia visco) en el patio exterior de la posta, según los lugareños este árbol es una cruza de dos especies, el aromo y el algarrobo, el ejemplar de la imagen tendría unos 350 años.


A pesar de todo lo que hay para ver, conocer y disfrutar en la Posta de Hornillos, no es un sitio muy frecuentado, tal vez porque el sol de la quebrada y sus días plenos desanime a los viajeros a "meterse" en un museo. Esta claro que la Posta es muchismo más que un museo, es un lugar para pasar el día pues está permitido acampar y tomarse el tiempo para viajar al pasado que se escurre entre sus rincones. Durante nuestra visita tuvimos la suerte de conocer a uno de sus guías, René Soto, un joven amable, estudioso de la historia y gran conocedor de las cosas del lugar que se esforzó a cada paso por transmitirnos los detalles de la trama tejida alrededor de la posta y a lo largo del tiempo, con la entrega y disposición de quien recibe en su casa a un amigo.


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